Una mañana de domingo es inevitablemente placentera, en mi barrio ¡es una delicia! En las calles hay tan poco movimiento que los sonidos no se dejan colar y solo se escuchan los pajaritos en las ramas del árbol que cae sobre la claraboya. Mis vecinos más cercanos son absolutamente armoniosos con este estado de paz, con lo cual , en caso de que se escuche algo , no cambia en nada el grato ambiente Cada domingo resplandeciente el ambiente invita a salir al parque , a la playa o a donde sea y en temporada de frio, lluvia o ambos seduce a disfrutar el calorcito del hogar. Hasta que se hacen las 10 y pico de la mañana, ahí, a esa hora comienza a entrar por las aberturas una música como de organillo antiguo acompañada de una voz de vendedor de feria ambulante rematando en un tiruruiru de absoluta distorsión con cualquier tipo de sonido armónico que se te pueda ocurrir. La primera vez me arme de paciencia, estaba segura que se trataba de un vendedor ambulante que por mucho ruid