Aunque lo descubrí hace poco soy alta seguidora de Gabriel Lucero y su "Gente rota " , por suerte lo descubrí en el confinamiento y me cambió la vida , no solo la hizo mas divertida , sino que me sentí mas parte de un todo .  Al principio me dedique a oírlos y valorar su creatividad ilustrativa, pero recientemente  descubrí otra faceta de Gente Rota , los " foros de opinión" que se arman en torno al contenido de los videos , en realidad para mi lo valioso era comentar sobre el trabajo de Gabriel pero últimamente le he dado mas atención a los comentarios y, no me he podido aguantar a responder a esa lógica de pecera … En uno de los últimos Gabriel plantea una intro en la que expresa claramente su " solidaridad" con el chiquito que le hablaba al padre sobre pintarse las uñas , y sobre el respeto por escucharle al respecto y comprender que los conceptos cambiaron " no hay genero pa " decía el niño con bastante desespero . La demanda final del niño

  A las calles de Montevideo les faltaba algo , y no me daba cuenta que era hasta que fui a dar un paseo vespertino por la rambla : ¡faltaba el mate!  A mi regreso a Uruguay en 2010 fue una de las cosas que más me gustò , comprobar cómo la tradición seguía intacta y no entre los grandes , digamos que eso hubiera sido normal, me gustaba ver esos grupos de jóvenes de última generación  con sus teléfonos inteligentes en una mano y en la otr el mate. Mis favoritas eran las uruguayas  jóvenes, radiantes  esas que las miras y sientes que tienen actitud de ser la mas linda del barrio, la más inteligente de la universidad , la más simpática de la reunión o todas juntas   De esas hay en todo el mundo una imagen refrescante que te hace querer volver a esa edad , la diferencia es que cuando miraba a las uruguayas con su mate en la mano sentía que estaban al rescate del mundo , constituían la esperanza de qu ela globalización no puede arrasar con todas las costumbres y tradiciones ,  que no hace f